En cierta ocasión se reunieron EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPIRITU SANTO y decidieron crear al hombre; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo:
- Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, va a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses.
- Debemos quitarles algo, pero, ¿Qué les quitamos?
Después de mucho pensar uno de ellos dijo:
- ¡Ya se!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser en dónde esconderla para que no la encuentren jamás.
Propuso el primero:
- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; a lo que inmediatamente no estuvo de acuerdo EL ESPIRITU SANTO: no, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.
Luego propuso EL HIJO:
- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar,
- y EL PADRE contestó:
- No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien va construir una máquina por la que pueda entrar y bajar y entonces la encontrará.
EL HIJO dijo:
- Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.
Y le dijeron:
- No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
-El ESPIRITU SANTO que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás; analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo:
- Creo saber en dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren.
Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: ¿En dónde?
- La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que no la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo...
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