sábado, 31 de marzo de 2012

DAR DE CORAZÓN......


Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al Rey con su Corona y Capa. Pensó:

- “Le voy a pedir y seguramente me dará bastante”.
Y cuando el Rey pasó cerca, le dijo:

- “Su Majestad, ¿Me podría, por favor, regalar una moneda?”
Aunque en su interior pensaba que el Rey le iba a dar mucho más.
El Rey le miró y le dijo:

- “¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy tu Rey?”.
El mendigo no sabía que responder a la pregunta y dijo:

- “Pero Su Majestad, ¡YO NO TENGO NADA!”.
El Rey respondió:
- “Algo debes tener. ¡BUSCA!”

Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un pedazo de pan y unos granos de arroz
El mendigo pensó que el pedazo de pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dio al Rey.

Complacido el Rey dijo:

- “VES COMO ¡SI TENIAS!”.
Y le dio 5 Monedas de Oro, una por cada grano de arroz.
El Mendigo dijo entonces:
- “Su Majestad, creo que acá tengo otras cosas”
Pero el rey no le hizo caso y dijo:

- “Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo Yo dar”.

viernes, 30 de marzo de 2012

AGRADECER LA VIDA


Ante toda etapa que concluye, ante toda tarea cumplida, se impone un grato sentimiento de bienestar y, por qué no, de gratitud: la vida fluye y nos ha ayudado brindándonos circunstancias propicias.

Sin embargo, si sabemos elevar nuestra mirada para ver qué se esconde detrás de cada hecho, también tendremos la capacidad de aceptar la piedra que entorpece el camino o el imprevisto que demora la concreción de un proyecto anhelado. Hasta en los momentos más difíciles de la vida, formamos parte de un suceso maravilloso que merece ser agradecido: estamos vivos.

Por supuesto, no se trata de valorarlo en virtud de las posesiones materiales ni de la mayor o menor suerte que – pensamos – nos acompaña. Se trata de descubrir que todo ser, tan sólo por existir, revela un secreto, recrea la mayor magia de la que podemos ser partícipes: la vida misma.

Cómo nos sorprendemos cuando nos despertamos por la mañana y abrimos nuestros ojos. Cómo olvidar que hoy es un día irrepetible y único, y que nosotros tenemos el privilegio de vivirlo en plenitud…

Así, cada objeto, cada persona, cada palabra, cobrarán un nuevo significado, el que nunca deberían haber dejado de albergar, y llenarán de sentido nuestro espacio vital.
Todo ser humano llega a este mundo para cumplir una misión impostergable: aprender a quererse, conocerse en profundidad, apreciar lo que tiene, aceptar a quienes lo rodean y, entonces, transitar el camino que se abre frente a él. No importa si, en algunos tramos, el terreno es escarpado: sólo son pruebas a las que el destino lo somete a fin de fortalecer su espíritu. Sepamos apreciar toda bondad y toda belleza que nos rodee, por pequeña que sea.
Pero, también, sepamos reconocer qué nos está tratando de señalar la vida cuando nos presenta obstáculos, una y otra vez. Y, sobre todo, tratemos de no perder nunca de vista que de nosotros depende, en gran medida, aquello que nos sucede.

Si comprendemos el sentido último e invalorable de nuestra existencia, habremos encontrado la mejor forma de empezar a vivirla plenamente: agradecer la vida.

miércoles, 28 de marzo de 2012

RECORRE EL CAMINO...


El señor Winston Churchill, líder irascible de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, es uno de los más nombrados de los tiempos modernos. Lo que muchas personas olvidan es que también está vinculado con una de las derrotas más viles de la historia de Inglaterra contemporánea, la campaña Galípoli, de la Primera Guerra Mundial, que le obligó a presentar su dimisión del Almirantazgo en 1915 y casi destruyó su carrera.

¿Claudicar? ¡No Winston Churchill! De hecho, veinticinco años después, el 10 de mayo de 1940, sucedió a Chamberlain como primer ministro. Los días posteriores, sin embargo, fueron considerados los más sombríos de toda la historia inglesa.

La Segunda Guerra Mundial trajo consigo Dunkerque y el desplomo de Francia. Londres fue bombardeado durante toda la noche, por aquel bien conocido ataque relámpago. Era precisamente en esas ocasiones que Churchill urgía a sus compatriotas a conducirse de tal modo que, “si el Imperio Británico y su nación perdurara por miles de años, los hombres pudieran decir: Este fue su mejor momento.”

¿Dudó Churchill alguna vez acerca del desenlace del conflicto mundial que amenazaba con destruir todo lo que él amaba? Sería humano. Independientemente, vivió en carne propia el reto que hiciera a los hombres de su nación. Se condujo a sí mismo, tan efectivamente, que los historiadores consideran que aquel tiempo fue “su mejor hora”. En términos sencillos: “Anduvo el camino y fue eco de sus palabras.”

En ese sentido, Churchill y otros líderes mundiales que admiramos, no difieren tanto de nosotros. También enfrentamos el reto de vivir a diario con integridad y existencia, de modo que sea dicho de nosotros, que cuando enfrentamos desafíos, fue nuestra mejor hora.

martes, 27 de marzo de 2012

EL ANCIANO Y EL NIÑO.....

Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo.
Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se rió de ellos,  gritando:

- ¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.

Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Dijeron:

- ¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos.
Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:

- ¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante?
El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
—¡Qué vergüenza!
Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:

- ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!
El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:

- Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas.

!Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
De repente, el burro se revolvió, se precipitó en un barranco y murió.
*El Maestro dice: Si escucháis las opiniones de los demás, acabaréis muertos como este burro. Cerrad los oídos a la opinión ajena. Que aquello que los demás censuran te sea indiferente. Escucha únicamente la voz de tu corazón y no te pierdas en opiniones ajenas.

lunes, 26 de marzo de 2012

¿ACEPTAS LOS DESAFÍOS?....


A los catorce conocía el latín, hebreo, samaritano, caldeo, árabe, sirio, francés, italiano, persa, turco y etíope.

Estudio medicina en Cambridge. Investigó el funcionamiento del ojo humano, estableciendo que existen tres tipos de receptores cada uno de ellos sensible a uno de los colores primarios.
Descubrió como cambia la curvatura del cristalino para enfocar objetos a distintas distancias. En 1801 descubrió la causa del astigmatismo y comenzó a interesarse por la óptica.
En una célebre experiencia que lleva su nombre, encontró que si dejaba pasar luz, que provenía de una única fuente, a través de dos pequeñas rendijas muy próximas, la luz daba lugar a unas bandas brillantes que alternaban con otras más oscuras.

Basándose en el fenómeno de interferencia que se producía, estableció definitivamente la naturaleza ondulatoria de la luz. Explicó de esta manera los colores que se forman en la películas finas, como las burbujas.

Estudió también entre otras cosas : la naturaleza transversal de las ondas luminosas, las longitudes de onda de los distintos colores, las mareas (encontró una explicación mejor), la energía ( la definió formalmente), la elasticidad (una constante en la ecuación matemática que describe la elasticidad lleva su nombre : módulo de Young), el tamaño de las moléculas, la tensión superficial en los líquidos…

Como todo lo que suponía un desafío le interesaba, al oír hablar de la Piedra Rosetta se hizo con una copia de las tres inscripciones que contenía. Centró su atención en grupos de jeroglíficos enmarcados por una línea a los que denominó cartuchos. Consiguió descifrar varios cartuchos y abrió el camino que luego continuaría el lingüista francés Champollion.
Los que aceptan los desafíos llegan lejos.