Fernando nunca pensó que Dios le
fuera a dar un talento excepcional para desempeñar su guitarra, escuchar a Fernando adorar a Dios con esa
guitarra era como escuchar a los ángeles del cielo tocar un arpa.
Cada vez que Fernando tocaba en
algún servicio de la Iglesia al final recibía un sinfín de felicitaciones y de comentarios que le recordaban lo que Dios estaba
haciendo en su vida. Fernando humildemente respondía
a cada comentario con un convincente: “¡Gloria a Dios!”, como queriendo evitar cualquier atribución a
su humanidad y dejando la gloria a quien
realmente se la merecía.
Fernando soñaba con tocar en
algún Grupo o Ministerio internacional, soñaba con viajar por muchos países
usando su talento para bendecir y ministrar a otros, cada día practicaba de
tres a cuatro horas con su guitarra, oraba fervientemente para que Dios le
concediera algún día el privilegio de ir por las naciones para ministrar con su
talento.
Un día alguien que pertenecía a
un Ministerio internacional escucho como Fernando desempeñaba su guitarra y al
final de ese servicio le extendió una invitación para que formara parte de ese
Ministerio, convencidos que era la pieza que necesitaban para seguir
Ministrando por el mundo.
Fernando no lo podía creer, ¡Dios
había contestado uno de sus mas grandes anhelos!, ese día al llegar a su casa
lloro de gozo, se arrodillo a un lado de su cama y le agradeció a Dios por esta
gran oportunidad,
la oportunidad de su vida, lo que siempre había
soñado y por lo que tanto había orado.
Al día siguiente Fernando aun con
la emoción y el impacto de aquella invitación fue a la oficina
de su Pastor, puesto que Fernando era un joven muy sujeto a sus autoridades y
le gustaba hacer todo correctamente. Fernando le comento al Pastor sobre lo que
había pasado y como le habían extendido una
invitación para ser parte de ese Ministerio Internacional, el Pastor con una
cara un poco seria y al mismo tiempo sorprendida, escuchaba como aquel joven
con tanta emoción le contaba lo ocurrido.
Después que el joven Fernando le
comento todo lo sucedido y le pidió su permiso al Pastor para ausentarse cuando
el Ministerio lo requiriera, el Pastor muy seriamente le dijo: “No me gusta la idea, tu eres
parte de nuestra Iglesia y deberías servir aquí, yo me opongo rotundamente a
que andes en otros grupos, así que elige si quieres servir en ese Ministerio o
en nuestra Iglesia”. Fernando
no lo podía creer, triste al escuchar eso de su Pastor, Fernando se fue a su
casa, se encerró en su cuarto y mientras estaba sentado en su cama tocando su
fiel amiga guitarra pensaba una y otra vez en la respuesta de su Pastor,
mientras lagrimas recorrían sus mejillas.
Fernando estaba agradecido por
como la Iglesia le había dado la oportunidad de desarrollar su talento, por esa
razón se sentía comprometido con ellos, así que con el dolor de su corazón obvio
aquella invitación que significaba todo lo que en su momento había soñado y
esperado. Fernando declino a la invitación y siguió desempeñando su instrumento
en su Iglesia por varios años.
Ahora Fernando es un adulto, los años
pasaron, tiene cinco hijos, trabaja en un Banco por lo que ya no le queda
suficiente tiempo para ensayar, tocar su guitarra y mucho menos para asistir a
la Iglesia como lo solía hacer.
Al ver la cara de Fernando
podemos notar rápidamente que no es feliz con lo que es y con lo que hace, rara
vez se le ve por la Iglesia y cuando llega se queda mirando fijamente a los
jóvenes que ahora desempeñan aquella guitarra que en su día era suya.
Cada noche antes de dormir se
mira al espejo y no se reconoce, no sabe a donde se fueron sus sueños, sus
anhelos, a veces se siente un poco rebelde por pensar que no tuvo que haber
hecho caso a su Pastor, pero al mismo tiempo trata de sentirse bien por
“sujetarse” a su autoridad, su sueño solo fue eso, un sueño, aquel anhelo murió
aquel día en que el Pastor no apoyo su intención de formar parte de aquel
Ministerio soñado. Ahora Fernando no es ni la sombra de lo que un día fue y a
pesar que a veces quisiera volver a ser el mismo de antes de aquella
conversación, simplemente no puede, sus sueños fueron asesinados.
La historia de Fernando es la
historia de muchos que soñaron en grande pero la visión limitada de una
autoridad hizo que aquellos sueños nunca se cumplieran.
Sin darse cuenta aquel Pastor,
mato aquel anhelo, que aquel joven Fernando tenia, quizá si el Pastor hubiese
apoyado su sueño hoy en día Fernando sería más feliz, estuviera Ministrando en
varios países en el mundo, tuviera una escuela de música en donde muchos
aprendieran a adorar a Dios en espíritu y en verdad y en donde Fernando hubiera
podido ayudar de una mejor forma a aquella Iglesia que en su día le dio la oportunidad de desempeñar aquel instrumento que en
su momento fue su buen amigo.
¿Por qué en lugar de matar los
sueños o anhelos no los apoyamos? ¿Cuál es el miedo que tenemos de que la gente
salga de las cuatro paredes? Jesús dijo: “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15
(Reina-Valera 1960).
Personalmente hubiera sido un
Fernando si cuando comencé con mi sueño me hubiera dejado manipular por una
autoridad que se opuso a lo que el Señor me había dicho, sin embargo creí a
Dios su promesa y sin ser rebelde sino obediente a Dios seguí en busca de mi
sueño y Dios cumplió lo que a mí me había prometido.
¿Quieres ser un Fernando o
quieres creerle a Dios?, y no se necesita ser rebelde para ser obediente a
Dios, pues si Dios fue el que te dio ese sueño, tienes que perseguirlo y Dios
lo cumplirá en tu vida lo que Él mismo te prometió.
¡Que nada te desanime! ¡Créele a Dios y sigue adelante!