Narra la historia de una rueda a la
que le faltaba un pedazo, pues habían cortado de ella un trozo triangular. La
rueda quería estar completa, sin que le faltara nada, así que se fue a buscar
la pieza que había perdido.
Pero como estaba incompleta y solo
podía rodar muy despacio, reparó en las bellas flores que había en el camino;
charló con los gusanos y disfrutó de los rayos del sol.
Encontró montones de piezas, pero
ninguna era la que le faltaba, así que las hizo a un lado y prosiguió su
búsqueda.
Un día halló una pieza que le venía
perfectamente. Entonces se puso muy contenta, pues ya estaba completa, sin que
nada le faltara. Se colocó el fragmento en el cuerpo y empezó a rodar. Volvió a
ser una rueda perfecta que podía rodar con mucha rapidez…Tan rápidamente, que
no veía las flores ni charlaba con los gusanos.
Cuando se dio cuenta de lo diferente
que parecía el mundo cuando rodaba tan a prisa, se detuvo, dejó en la orilla
del camino el pedazo que había encontrado y se alejó rodando lentamente.
La moraleja de este cuento, es que,
por alguna razón, nos sentimos más completos cuando nos falta algo. El hombre
que lo tiene todo es un hombre pobre en ciertos aspectos: nunca sabrá que se
siente anhelar, tener esperanzas, nutrir el alma con el sueño de algo mejor; ni
tampoco conocerá la experiencia de recibir de alguien que lo ama lo que siempre
había deseado y no tenía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario