Ante un grupo de niños un
hombre narró la siguiente historia:
Había una vez un muchacho
quien era hijo de un entrenador de caballos. El padre del muchacho era pobre y
contaba con apenas unos pocos recursos para mantener a su familia y mandar al
muchacho a la escuela. Una mañana en la escuela, estando el muchacho en la
clase, el profesor le pidió a los alumnos que escribieran la meta que quisieran
alcanzar para cuando fueran adultos.
El joven escribió una
composición de siete páginas esa noche en la que describía su meta. Escribió su
sueño con mucho detalle y hasta dibujó un plano de todo el proyecto:
el rancho, las pesebreras,
la ganadería, el terreno y la casa en la que quería vivir; en fin, puso todo su
corazón en el proyecto y al día siguiente lo entregó al profesor.
Dos días más tarde, recibió
de vuelta su trabajo reprobado, y con una nota que decía:”venga a verme después
de clases”. El chico del sueño fue a ver a su profesor y le preguntó ¿por qué
me reprobó? El profesor le dijo:”es un sueño poco realista para un chico como
tú. No tienes recursos; vienes de una familia pobre. Para tener lo que quieres
hacen falta muchas cosas y además mucho dinero.
Tienes que comprar el
terreno, pagar por la cría original y después tendrás muchos gastos de
mantenimiento. No podrías hacerlo de ninguna manera. A continuación el profesor
agregó: si vuelves a hacer el trabajo con objetivos más realistas,
reconsideraré tu nota”.
El chico volvió a su casa y
pensó mucho. También le preguntó a su padre qué debía hacer. Éste le
respondió:” mira hijo, tienes que decidir por ti mismo; de todos modos, creo
que es una decisión importante para ti, ¿cierto?”
Finalmente después de
reflexionar durante una semana, el chico entregó el mismo trabajo, sin hacer
cambio alguno.
Le dijo al profesor:”usted
puede quedarse con mi mala nota, yo me quedaré con mi sueño”.
Al concluir el hombre miró a
los niños y les dijo:”les cuento esta historia porque es mi historia. Aquí
estamos en medio de la casa de mis sueños, dentro del rancho que me propuse
conseguir por que esa era la meta de mi vida. Aún conservo aquella tarea del
colegio enmarcada sobre la chimenea”.
Luego agregó: “lo mejor de
la historia es que hace dos años, ese mismo profesor trajo a treinta chicos a
visitar mi rancho”. Y al irse el profesor me dijo: “mira, ahora puedo
decírtelo. Cuando era tu profesor, era una especie de ladrón de sueños. Durante
esos años, le robé un montón de sueños a los niños. Por suerte tuviste la
suficiente fortaleza para no abandonar el tuyo’.”
No dejemos que nadie nos
robe nuestros sueños, ni tampoco le robemos a otros los suyos.
Salmos
37:4 “Pon asimismo tu delicia en el Señor, y él te dará las peticiones de tu
corazón.”
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