Un carpintero ya entrado en
años estaba listo para retirarse. Le dijo a su jefe de sus planes de dejar el
negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y
disfrutar de su familia. Él iba a extrañar su cheque mensual, pero necesitaba
retirarse. Ellos superarían esta etapa de alguna manera.
El jefe sentía ver que su
buen empleado dejaba la compañía y le pidió que si pudiese construir una sola
casa más, como un favor personal.
El carpintero accedió, pero
se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Utilizaba
materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una
desafortunada manera de terminar su carrera.
Cuando el carpintero terminó
su trabajo y su jefe fue a inspeccionar la casa, el jefe le extendió al carpintero
las llaves de la puerta principal. “Esta es tu casa,” dijo, “es regalo para ti”
¡Qué tragedia! ¡Qué pena! Si
solamente el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa,
la hubiera hecho de manera totalmente diferente.
Así que está en nosotros.
Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos
actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes,
no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo. Entonces con pena vemos la situación
que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos
construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente. Piensa
como si fueras el carpintero. Piensa en su casa. Cada día clavas un clavo,
levantas una pared o edificas un techo.
Construye con sabiduría. Es
la única vida que podrás construir. Inclusive si sólo la vives por un día más,
ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.
Tu vida ahora, es el
resultado de tus actitudes y elecciones del pasado.
¡Tu vida mañana será el
resultado de tus actitudes y elecciones hechas HOY!
Colosenses
3:17
“Y
todo lo que hacéis, sea de palabra, ó de hecho, hacedlo todo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias á Dios Padre por él”
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