Supongamos que a lo largo de
nuestra vida tenemos un número limitado de errores que vamos a cometer, algo
así como un “stock” de errores hasta que lleguemos a la
meta que esperamos. Por ejemplo, cuatro empleos hasta
que lleguemos al perfecto para nosotros, tres casas hasta que encontramos el
hogar de los sueños, o cinco amigas hasta que encontramos a la que nos
acompañará toda la vida, supongamos que fuese así; en el caso de la amiga, si
conocemos a la cuarta y nos traiciona, estamos a una amiga menos de
encontrar a la verdadera, ¿me sigues con la idea? Si es así, comprenderán
que mi visión de los errores o las decisiones poco acertadas es bastante (por
no decir patológicamente) optimista.
Siempre que escribo de las
equivocaciones o decisiones poco acertadas siento que
escribo sobre algo que todos tenemos en común, en más de alguna oportunidad
hemos decidido algo que ha complicado nuestras vidas o bien, que ha traído
consecuencias que hubiésemos querido evitar; sin embargo, esas situaciones son
las que nos motivan a desear buscar con mayor intensidad otras experiencias que nos acerquen a lo que
soñamos o esperamos. En general, lo bueno de los errores cometidos es que si
los asumimos bien y usamos a nuestro favor, nos pueden llevar hacia aquello que
queremos lograr.
Lo importante aquí es el
aprendizaje, la vivencia que te deja esta situación poco deseable o favorable;
si tú logras interpretarla como un trampolín que en vez de dejarte tumbado en
el suelo te proyecta para que tomes fuerza, vigor y te lances en búsqueda de tu
sueño es extraordinario el poder que puede tener ese error. Si
lees la biografía de personajes históricos que fueron capaces de cambiar la
historia, en algún momento de sus vidas se vieron enfrentados a una decisión poco acertada, tanto de
ellos mismos como de otras personas que repercutieron en ellos- y es a partir
de este hecho que proyectaron su vida y fortalecieron su carácter, entendiendo
que estaban cada vez más cerca de lograr sus propósitos.
Si hoy estás viviendo las
consecuencias de una decisión que tal vez no fue la acertada, velo así, tienes
un error menos en tu stock para acercarte a la meta y eso es
fantástico, quiere decir que estás un paso más cerca. Cuando pienso en esto,
pienso también en Judas, el que traicionó a Jesús. Coincidirás conmigo en que
él tomó una decisión MUY poco acertada, fue un error aceptar el trato que le propusieron y eso tuvo
consecuencias iguales para él y para Jesús: la muerte. Pese a ello, para Jesús
significó estar a un error menos de distancia de cumplir su propósito: redimir al mundo ¿Quién mejor que Jesús
practicó esto? Nadie, sólo Él a través de su ejemplo, ha podido
transmitir que a partir de errores históricos, se puede proyectar el mayor y más grande de los milagros.
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