“Me puede
atacar un ejército, pero yo no siento miedo; me pueden hacer la guerra, pero yo
mantengo la calma.”.
(Salmo
27:3)
Cuenta la
leyenda que un rey recibió como regalo dos pequeños halcones, y
los entregó al maestro de caza para que los entrene.
Dentro de
unos meses, el amaestrador le informó al rey que uno de las dos
aves parecía enferma, pues no se había movido de la rama donde la puso
desde el día en que llegó. El rey encargó entonces el entrenamiento
a otras personas especializadas, pero igual, nada sucedió.
Luego
ofreció públicamente una recompensa para la persona que hiciera
volar a la referida ave. Y así fue. A los dos días de esto se pudo ver que el
halcón volaba ágilmente por los jardines.
Entonces
el soberano mandó a llamar al autor de aquello, presentándose un
humilde campesino, quien ante la pregunta obvia de
: “¿Cómo
lograste que el halcón vuele?” respondió: “Fue fácil mi rey, solo corté la rama;
entonces el halcón se dio cuenta que tenía alas y se lanzó a volar.”
Amigos y
amigas de sembrandosemillasentumente.blospot.com: esta
historia real o ficticia tiene mucho en común con lo que ocurre en nuestra vida cotidiana.
Figuradamente hablando, muchas veces nos la pasamos posados sobre
una especie de rama, limitada por viejos hábitos,
viejas costumbres, conformismo, y nuestro temor
a tomar nuevos retos, nuevos caminos. Nuestros complejos nos dicen
que no somos capaces, que no estamos aún preparados, que los demás son mejores
que nosotros, o que no tenemos derecho, quizá por nuestro físico, color de
piel, apellido humilde, falta de recursos económicos, o por cualquier otro asunto que nos
mantiene con una baja autoestima .
Esa es
precisamente la rama sobre la cual nos pasamos todo un tiempo,
mostrando humildad aparente, pero en el fondo observando con
envidia la vida de otros, de cómo arriesgan,
surcan nuevos cielos, estrenan nuevas cumbres
y triunfan.
Pregunto:
¿Por qué no depositar la confianza en nuestro Hacedor;
buscar su orientación, reconocer que a ti, a mí, nos dio talentos y que
debemos dar cuenta de ellos? … ¿Por qué no poner nuestros temores, angustias,
complejos y más limitaciones, a sus pies, para que El se
encargue de irlas limando, de ir puliendo nuestro carácter , hasta darnos
esa coraza de vencedores que debemos manejar en la batalla diaria?
Quizá al
leer esto me estés dando la razón, pero precisamente
tienes temor de buscar a Dios, de admitir públicamente que deseas confiar
en Él; quizá sientas que los demás te juzgarán, se burlarán de ti, te
relegarán, te harán sentir como una persona débil, fanática y eatuca…. y por
eso sigues en esa rama del enfermizo conformismo .
No lo
pienses más, decídete, prueba tus alas, suéltate de esa rama y emprende el vuelo.
El
salmista menciona:
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