martes, 25 de septiembre de 2012

QUITA LA RAMA...


“Me puede atacar un ejército, pero yo no siento miedo; me pueden hacer la guerra, pero yo mantengo la calma.”.
(Salmo 27:3)

Cuenta la leyenda que un rey recibió como regalo  dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de caza para que los entrene.

Dentro de unos  meses, el amaestrador  le informó al rey que uno de las dos aves  parecía enferma, pues no se había movido de la rama donde la puso desde el día  en que llegó. El rey encargó entonces el entrenamiento a  otras personas especializadas, pero  igual, nada sucedió.

Luego  ofreció públicamente una recompensa para la  persona que hiciera volar a la referida ave. Y así fue. A los dos días de esto se pudo ver que el halcón volaba ágilmente por los jardines.
Entonces el soberano mandó a llamar al  autor de aquello, presentándose un  humilde campesino, quien ante la pregunta obvia de :  “¿Cómo  lograste que el halcón vuele?” respondió:  “Fue fácil mi rey, solo corté la rama; entonces el halcón  se dio cuenta que tenía alas y se lanzó a volar.”

Amigos y amigas de sembrandosemillasentumente.blospot.com: esta historia real o ficticia tiene mucho en común con lo que ocurre en nuestra vida cotidiana. Figuradamente hablando, muchas veces nos la pasamos  posados sobre    una especie de rama,  limitada por viejos hábitos, viejas costumbres,   conformismo,  y nuestro   temor  a  tomar nuevos retos, nuevos caminos. Nuestros complejos nos dicen que no somos capaces, que no estamos aún preparados, que los demás son mejores que nosotros, o que no tenemos derecho, quizá por nuestro físico, color de piel, apellido humilde, falta de recursos económicos, o  por cualquier otro asunto que nos mantiene con una   baja autoestima .

Esa es precisamente  la  rama sobre la cual nos pasamos todo un tiempo, mostrando humildad aparente, pero en el fondo   observando con envidia   la vida de otros,  de cómo  arriesgan,    surcan nuevos cielos,   estrenan nuevas cumbres     y   triunfan.

Pregunto: ¿Por qué no depositar la confianza en nuestro Hacedor; buscar su orientación, reconocer que a ti, a mí,  nos dio talentos y que debemos dar cuenta de ellos? … ¿Por qué no poner nuestros temores, angustias, complejos y más  limitaciones, a sus pies,   para que El se encargue de irlas limando, de ir puliendo nuestro carácter , hasta darnos esa   coraza de vencedores que debemos manejar en la batalla diaria?
Quizá al leer esto me estés dando la razón, pero    precisamente  tienes temor de buscar a Dios, de admitir públicamente que deseas confiar en Él; quizá sientas que los demás te juzgarán, se burlarán de ti,  te relegarán, te harán sentir como una persona débil, fanática y eatuca…. y por eso sigues en esa rama del enfermizo conformismo .

No lo pienses más, decídete, prueba tus alas, suéltate de esa rama y emprende el vuelo.
El salmista menciona:


“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen,

Y los defiende (Salmo 34:7)

 

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