No sé si en tu país será así,
pero en el mío existe una muy mala costumbre que es el estar siempre
aparentando lo que no se es. Se ha llegado al extremo de que hay familias que
van a algún supermercado prestigioso, llenan carros y carros de mercadería y finalmente ¡no llevan
nada! Es sólo para aparentar por si ven a
alguien que conozcan. Absurdo, pero cierto.
Más allá de este aparentar,
considero que hay uno mucho peor, que es el aparentar que nada en tu vida ha
pasado y que siempre estás bien. Muchas veces nos enfrascamos en que
somos “líderes”, pero la cualidad principal para el liderazgo no es la
perfección, sino la credibilidad. Si tú permites que quienes están cerca de ti
puedan conocerte tal como eres, es más probable que puedan sentirse
representados por ti y eso los haga descubrir que eres de carne y hueso y que
pueden, confiadamente, acercarse a ti ante una dificultad.
Una vez que has permitido que el
resto te vea como “un mortal más”, viene una tarea aún más difícil: mostrar tus
debilidades. Estas debilidades te permiten acercarte a la gente y que la gente
quiera acercarse a ti. Por ejemplo, si alguien tiene una dificultad con su
carácter, es muy probable que se acerque a quien haya tenido una experiencia
similar y la haya resuelto exitosamente. Las debilidades Dios las usa a tu
favor para que logres conectarte con las personas. En medio de las debilidades
se produce la más profunda de las comuniones.
Es muy probable que además de
mostrar tus debilidades, también tengas que exhibir tus heridas y esta parte sí
que no nos gusta. Mostrar lo vulnerable que
somos, lo frágiles que somos realmente, es algo que a NADIE le gusta
presumir; sin embargo, es muy probable también, que esas heridas le sirvan a
otras personas para ir sanando las de ellos o para sentirse más cercanos a ti.
En la medida que yo transparento
mis debilidades, mis heridas y cicatrices permito
que los que están a mi alrededor conecten conmigo y yo con ellos. Me veo a mí
mismo y a los demás como lo que realmente somos: seres comunes y corrientes.
La próxima vez que quieras
esconder tus cicatrices recuerda lo que hemos compartido,
muchas veces el permitir que quienes te rodean puedan saber la profundidad de
tus heridas hace posible que ellos también puedan mostrarlas y comiencen a
sanarlas.
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